Estos días de confinamiento, en los que estamos viviendo una montaña rusa emocional, luchando contra el impulso de salir corriendo a la calle, hemos visto varias publicaciones sobre lo que los científicos y astronautas han vivido y como su experiencia nos puede ayudar.
No seré yo quien mejore lo ya escrito en estos artículos, pero sí que echo en falta algo de información que puede hacer que nuestros limites de confinamiento se hagan más grandes en comparación.
Las limitaciones más importantes que nos hemos encontrado, al igual que nuestros aventureros del cosmos, han sido no poder salir, al igual que ellos y convivir, en muchos casos, con otras personas de las que no puedes separarte lo suficiente para evitar conflictos.
Ambas experiencias están muy estudiadas, podréis leer en blogs y artículos de revistas, que la medicina que se ha usado desde las primeras misiones de larga duración ha sido la rutina.
Cuando los primeros cosmonautas soviéticos comenzaron sus estancias de larga duración en las primeras estaciones espaciales se les impuso una apretada agenda de trabajo y ejercicio que les dejase poco tiempo libre con el que distraerse en conflictos y preocupaciones. Investigación, ejercicio para mantener el cuerpo en las condiciones de ingravidez y evitar la pérdida de masa ósea, mantenimiento de la nave, comunicaciones, comer, asearse, dormir y un pelín, muy poco tiempo libre.
Todo eso dentro de una sola habitación.
Después se resolvió la parte psicológica del aislamiento. Celebrar pequeños logros con el resto de ocupantes, enfrentarse a las diferencias, mantener la convivencia para evitar hacer grupos… nada nuevo desde los años 70.