Parece que los efectos de la pandemia no solo son visibles desde la tierra. Estos días, en los que solo se habla del coronavirus, hemos visto algunas imágenes de varias agencias espaciales, que ponen de manifiesto cómo esta afectando el covid-19 a nuestras vidas y cómo sus efectos son visibles desde el espacio.
Más allá de la curiosidad que supone el que algo tan pequeño como un virus dé la vuelta a nuestras vidas hasta el punto de poder verse desde el espacio, quisiera poner en valor el uso y la información que los satélites nos proporcionan día a día y lo indispensables que se han vuelto en nuestras vidas.
Ya ampliaremos en otra entrada la importancia que tienen todos esos satélites para nosotros, pero hoy nos centraremos en la imagen icónica que nos enseña la parálisis a la que hemos llegado.

Por supuesto esto no se logra en un día. No me imagino al “jefe” de la NASA o de la ESA diciendo, “chicos, mandad una cámara ahí arriba para ver qué pasa con el coronavirus”. El fruto de esta imagen viene después de años de desarrollo y de unos satélites que han estado ahí arriba desde el 2014 como parte de un programa de monitorización de la tierra (monitorización científica, claro, no de espionaje).
El programa en concreto es el Copernicus que depende de Europa, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Europea de Medio Ambiente, para vigilar el planeta en alta resolución y dejar los datos para el libre acceso de científicos y personas interesadas en la investigación del medio ambiente y el cambio climático.
Debo recordar a los lectores escépticos que el cambio climático y la contaminación mata a más personas cada año que los conflictos bélicos y gastamos unas 1000 veces menos en luchar contra el cambio climático que contra nosotros mismos. El gasto en la lucha contra el cambio climático también son los satélites que nos han mandado esta foto, a pesar del poco presupuesto con el que cuentan.

Dentro del programa Copernicus se han lanzado los satélites SENTINEL, cada uno con una tarea concreta. La imagen que hemos visto viene del Sentinel 5P que vigila la atmósfera, en concreto monitoriza los gases como ozono, metano, formaldehído, aerosol, monóxido de carbono, NO2 y SO2.
Lo que se deduce de las fotos es que en los grandes núcleos de producción de los países más afectados por le coronavirus, en concreto se ha observado el dióxido de nitrógeno, que es un gas residual de procesos de combustión a altas temperaturas (industrias y transporte). Este gas se monitoriza debido a su toxicidad, a que es irritante y causante de la lluvia ácida y al disolverse en el agua de la formación de nitratos… todo un problema para nuestra supervivencia.

La noticia está en que los niveles de este gas han disminuido de forma notable desde que el coronavirus nos ha obligado a recluirnos en casa. La bajada de la actividad productiva y transporte se ha dejado notar y esta es la prueba.
No me malinterpretéis, no estoy haciendo un juicio de valor sobre la contaminación y el coronavirus, ni uno ni otro son buenos y no intento buscar el lado bueno de pandemia. La intención, arrastrados por la actualidad del coronavirus, es simplemente hacer ver lo importante que es mantener un sistema de exploración espacial que nos permita tener datos para luchar de forma eficaz contra el cambio climático, además de entender mejor como funciona nuestro planeta y de cómo le afecta lo que le hacemos, esto último, plasmado en una simple fotografía.